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domingo, 7 de octubre de 2012

La llamada de las palabras

Hace tiempo que no llaman a mi puerta las palabras. O quizás sí llamaron pero adormecida no las oí.
Ya amanece en mi ventana y comienzo a sentir una añoranza dulce hacia ellas.
Palabras que me han llenado, que me han inspirado, que me han despertado y me han vuelto a dormir.
Pienso en abrir la puerta y llamarlas, pero dudo en reclamarlas o dejar que ellas solas vuelvan a mi.
Al fin abro la puerta y... nada.
En mi alfombrilla de "Bienvenidos" no reposan palabras esperando mi despertar.
Recuerdo mi buzón, y lo veo a lo lejos, allá frente a mi. De repente me descubro corriendo hacia él.
Ahí están, rebosando, sobresalen por la rejilla y algunas caen por el suelo.
Son tantas que se han desmontado en letras sueltas.
Las recojo como puedo formando un regazo entre mis brazos, al abrir el buzón han caido más al suelo y al agacharme se me caen unas cuantas más.
Después de recogerlas, entro a casa y esparzo las letras sobre la mesa más grande. Ahí me siento a ordenarlas y a juntarlas para que formen las palabras de mi inspiración.
Después de varias horas de trabajo veo que ha anochecido, así que preparo café porque me aguarda una larga noche.

Y así, con el olor a café inundando el salón, sigo ordenando palabras para crear las historias que harán soñar al mundo. Tengo una ardua tarea por delante.


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